Supe desde que era pequeña que París estaría en mi “lista de cosas por hacer cuando sea grande”. Siempre pensé que era un lugar muy lejano, no sólo en cuestión de kilómetros, sino de recursos económicos y que la frontera más grande sería la comunicación, eso de hablar francés es todo un reto.
También pensé siempre que París, como en todas las películas, estaba lleno de sucesos románticos a la vuelta de cada esquina, por algo dicen que esta ciudad es la más romántica del mundo, ¿no?.
También pensé que en algún momento iba a encontrarme con alguna de las bloggers que sigo en Instagram. Pero no.
París es un museo gigante que no se recorre completo en una semana, ni un mes, yo creo que ni en un año. Ya me había acostumbrado a estar atenta a los detalles desde que pisé Italia, pero estar en París pone alerta los oídos, la vista, el cuerpo y sobre todo, el paladar.
Antes de contarles cómo me fue en París y las cosas que me pasaron, quiero empezar por enumerar tres cosas que jamás pensé que podría lograr:
- Llegar a París.
- Llegar a París con dinero para subsistir.
- Llegar a París con dinero para subsistir y poder comunicarme bien,en francés.
Entonces antes de cualquier narración de aventura, piensen que a cualquier lugar (por muy lejano que parezca) pueden llegar, por muy caro que sea, pueden ahorrar y sacrificar cosas triviales para vivir una experiencia nueva y por último; siempre es bueno seguir estudiando, aprendiendo e invertir en uno mismo, por ejemplo, en clases de un nuevo idioma.
Día 1: París te podrá conquistar
Habíamos llegado la noche anterior ya tarde, nos hospedamos mi novio y yo en el distrito 10 y notamos que estaba un tanto descuidado el lugar, pero bueno, el hotel era bueno al igual que la habitación, no estábamos lejos de la estación de tren (Gare de´l’Est) y teníamos algunas estaciones de metro cerca que eran la pieza clave para recorrer París sin morir en el intento.
Al día siguiente muy temprano y después de desayunar estábamos listos para la aventura. Siempre que viajo voy con la mejor de las vibras, pero aún yendo con buena vibra en ciudades grandes no es bueno confiarse, esa fue la lección del día.
Entramos a una estación (Cháteau d’eAu) y en ese recorrido en metro tuvimos, en resumen una mala experiencia: a mi novio le robaron la cartera. A aunque este primer día y bienvenida a París no fue de lo mejor, no me puedo quejar. París es algo que recordaré siempre.
Ese día, después de reportar unas cuantas tarjetas, estaba más que lista para vivir el sueño de mi vida con mi persona favorita, estaba dispuesta a resistir el frío y caminar despacio porque mis dedos de los piés estaban helados. No importaría que tan “fashion estuviera mi atuendo” lo único que me importaba era estar ahí, ver la Torre, subir, ver París y repetirme una 10 veces “Lo lograste, sueño cumplido”.
Caminamos desde el museo de Louvre hasta la torre, vaya recorrido, mis ojos no podían con tanto. En ese momento entendí porque se habla del Síndrome de París.
Camine más y de repente ahí estaba, después de ver muchas películas, muchas obras de arte, de ver las fotos de mucha gente en redes sociales, de soñarme y de pensar que tan alta podría estar… ahí estaba esperándome, desde que tenía 6 años y vi Anastasia, ja, ja, ja, desde que empecé a guardar cada peso para poder estar ahí.
Hay pocas veces en la vida que puedo emocionarme tanto hasta llorar, y en este viaje me pasó dos veces: en la Fontana de Trevi en Roma y aquí en la Torre Eiffel en París.
Jamás olvidaré París, porque sí existen los momentos muy románticos (más adelante platicamos de eso).
También puedes leer: Preguntando se llega a Roma, Florencia y otros lugares de Italia.
Dia 2: El Rey Sol y la nieve
Claro está que si vas a París, tienes que visitar todos los lugares icónicos posibles, y Versalles es uno de esos. Está a las afueras de París y tienes que tomar un tren de cercanías que cuesta 7euros. La estación a la que llegas está relativamente cerca del palacio (como 20 min caminando). También se puede tomar un bus para llegar pero caminar es mejor ¡no te pierdes de nada! Versalles es hermoso y nevado, aún más.
Estaba emocionada con los detalles dorados, los techos pintados con grandes obras, las paredes tapizadas de historia, los pasillos, las lámparas que iluminaron momentos importante de la historia. Siempre que visito un lugar de este tipo me pregunto ¿Cuántas personas importantes estuvieron?, ¿Quienes fueron?, ¿Qué decisiones tomaron que hicieron la historia como es?. Ojalá existiera una máquina del tiempo para ver el movimiento de la gente en el lugar, para poder oler los platillos que comía el rey o poder “chismear” las compras de Maria Antonieta.
Entendí muchas cosas en ese lugar, me asombre del esplendor que inunda cada sala y con muy poca ayuda de la imaginación pude transportarme a otra época. Todo está intacto, tanto que la imaginación no es muy necesaria para recrear un palacio que estuvo vivo por muchos años. Por eso les decía en el blog anterior que antes de viajar para mi es importante “vaciarme de todo” no viciar mi experiencia con ninguna otra opinión. Me gusta hacer un resumen mental al final, sobre lo que más recordaré de ese lugar y porque es que lo recordaré así.
Ver Versalles con nieve es ver una película correr ante tus ojos, no me explico que eso haya funcionado de manera tan espectacular en esa época, no me imagino a Maria Antonieta elegir sus atuendos ni pasearse en los grandes salones, tampoco puedo pensar a Luis XIV dirigir la corte desde su silla. Cuando le contaba a mi madre sobre Versalles me preguntó: – ¿Y cómo es? – y le dije… mágico.
Si piensas visitarlo, recomiendo que compres los boletos en línea, la cola para entrar es muy larga pero si llevas tu ticket ya listo para entrar, la fila en la que te formas avanza muy rápido. El audio guía es gratis, mi recomendación es dejarse llevar, caminar en los jardines y ver hasta donde los ojos puedan porque es inmenso.
Día 3: Crepas, Amelié y El principito
Parecer esquimal estaba controlado, no había cantidad de ropa que superara mi habilidad para moverme, ir al baño, vestirme y desvestirme cada que entraba a algún lugar.
También aproveche la calefacción de todos los lugares, me paraba a un lado, abajo, etc. y pensaba en la playa de Cancún y en el calor que tantas veces maldije, nadie sabe lo que tiene hasta que se entumen los piés del frío.
Después de ver la Torre Eiffel estaba lista para dejarme llevar, para saborear cada momento, para comer todas las crepas posibles, ¡Dios mío! hay de todo, nutella, con fresas, quesos y queso con jamón, hasta la que era de pura azúcar se veía rica.
El segundo día caminamos hasta que no se pudiera más, empezamos recorriendo Sacre Coeur y subí sin importar mi mala condición física, la crepa que llevaba en la mano y la gripe que ya no era gripe, sino un ir y venir de “moquitos” que jamás imaginé.
A veces pienso que el mundo es demasiado grande y generoso y que la vida al mismo tiempo es tan corta que quisiera teletransportarme cada vez que viajo y que me hace pensar en esas historias de “Renuncia a todo, vende su casa y recorre 240 países sin un peso” jajajaja ¿Yo podría ser una de esas personas?
La vista desde este lugar es magnífica, me encanta la homogeneidad de colores de la ciudad, los techos que pareciera que los cortan a la misma medida, los árboles que sí cortan a la misma medida y que son bellos aunque no tengan hojas. Si visitas París en cualquier lugar alto en el que estés parado disfruta la vista creo que eso es el mayor regalo que tiene París para la gente que lo visita.
Quiero contarles que uno de mis libros favoritos es El Principito, lo he leído muchas veces y justo bajando de Sacre Coeur encontré una tienda donde vendían muchos artículos de París y El Principito y bueno pasó lo inevitable: salí con varias cosillas.
Después de algunos pasos muy cerca de ahí esta Montmartre que es un zona increíble, no pude parar de ver cada escaparate, las tiendas, como exhiben las cosas, los colores, los edificios, los puestos de fruta que parece irreal. Las pequeñas tiendas y las esquina que le dan vida a ese barrio. Quedé completamente enamorada de esta zona.
Muy cerca de ahí también estaba otro de los lugares de mi Bucket list: “Deux Moulins” quien haya visto Amelié sabe de qué hablo, estaba como niña pequeña, sabía que estar ahí era el must que mi vida necesitaba ja, ja, ja. Entramos y no podía creerlo, así como en la película también había un tipo malhumorado, gente bebiendo café y junto a mi una rebana de pastel de chocolate recién hecho con un café espresso y crema batida que no tenía calorías suficientes como para sentirse culpable.
¡Estaba tomando café ahí donde estuvo parada Amelié! les digo que los sueños si se cumplen. Caminamos más por la zona y vimos también el espectacular Moulin Rouge que es un ícono de la ciudad. Tomamos un autobús y decidimos movernos a Trocadero para ver de nuevo la torre Eiffel, porque una vez no es suficiente.
Ese día después de todo lo que les cuento que hicimos en nuestro segundo día en París, estábamos concientes que era 14 de febrero y ya que el Río Sena con su natural romanticismo estaba cerrado por las lluvias, encontramos un mini super y decidimos llevar al hotel una botella de vino, comida y macarrones para festejar San Valentín, en París nada es mala idea. Menos si en ese momento empieza a nevar y estas a salvo con la calefacción.
Día 3: Entre eclairs y croissant
Croque monsieur d´le jour et café…s’il vous plaît (la frase más mágica que existe) esos días desayunaba de una manera espectacular, pedía postre en el desayuno los eclairs salían muy temprano en una pâtisserie muy cerca del hotel. La señora que atendía ya nos conocía ja, ja, ja. Desayunamos ahí como 3 días seguidos. Los mejores desayunos de mi vida.
La frase más triste era, sin duda: “l’addition s’il vous plaît” y esperar hasta la comida para saber qué nuevo postre probar, les confieso que los eclairs y los croissant son la mejor cosa que existe, justo ahora que escribo puedo sentir el aroma del pan.
Después de desayunar estábamos corriendo para llegar a tiempo al Museo de Louvre, esa entrada también la recomiendo que la compren online antes de viajar.
El Louvre es el museo más bello que he visto, las salas son inmensas y las obras no hay palabras para describirlas y a todos los tesoros que guarda. Realmente todo el museo es en sí, un tesoro. Pudimos ver: La Venus de Milo, La Monalisa, La Victoria Alada, San Juan bautista de Leonardo, Las bodas de Caná entre muchas otras.
Esta visita al Louvre también fue un recorrido importante por la historia del arte, lo disfruté como no tienen idea. Hay obras que no podía creer, por ejemplo La Mona Lisa, no soy muy fan de esta obra, pero es espectacular como la gente es de las primeras cosas que busca y empuja hasta llegar lo más cerca posible para sacar una foto. Las reacciones son algo divertidas.
Es una obra muy particular e interesante sin embargo creo (espero no ofender a nadie) que es una obra algo sobrevalorada siento que el arte por ejemplo de Velázquez en El Prado, o El de el Bosco en Florencia es mucho más impactante aunque estoy consiente que tienen una distancia de años y que los estilos, el discurso visual y hasta los recursos pictóricos no son para nada similares. Pero viajar y visitar museos es parte de esa adopción en la mente vacía que se tiene que llenar para para sumergirse en la obra y admirarla desde lo más profundo que se pueda.
Tenía un maestro en la prepa que decía que si te paras ante una obra y te quedas más de 5 min, es porque no te transmitió nada y estás intentando entender, que el arte como la comida puede o no gustar y que si te gusta, te interesas en el proceso de la obra y sus características y ahí es donde empieza el recorrido y la magia del arte.
La verdad es que no es tan fácil como pedir más parmesano en una pasta, pero bueno es la parte más interesante de viajar para regresar con muchas cosas aprendidas.
Y como si no fuera suficiente el mismo día que visitamos el Louvre fuimos también a el Museo de Orsay y entramos sin saber nada. Para nuestra suerte estaban muchas obras famosas de Van Gogh, Toulusse Lautrec, Cezanné, Monet y Degas. Si vas París tampoco te puedes perder el Centro Pompidou
No podía pedir nada más, ese día estará guardado en mi mente para siempre.
Dia 4: Dejar París
Irse de París, en general irse de Europa, es muy difícil, hay tantas cosas bellas, historia y lugares por descubrir que siempre pienso que no hay tiempo suficiente. A pesar del mal momento en el metro, creo que todos los viajes tienen lecciones y aprendizajes. París me dio muchos y espero poder regresar a caminar todo lo que me faltó, a comer muchas más crepas y a agarrar valor para tomar vino caliente (fue la única cosa que no me gustó).
Guardé 14 días en mi maleta, los mejores de mi vida hasta ahora… bueno en dos maletas.
Aprendí muchísimas cosas, disfrute todo, y doy gracias infinitas por lo que la vida ofrece. Aún sigo pensando que lo que uno da es lo que uno recibe, que la energía positiva se lleva puesta a cualquier lado. Y que como siempre viajar es una de las mejores inversiones que se pueden hacer. Después de eso regresé más que feliz a Madrid para tomar un avión de regreso a casa y poderles contar todo esto.
Pero no crean que este blog ya terminó, se acuerdan que les dije que París era la ciudad del amor… y que esperaba que los sucesos románticos existieran a la vuelta de la esquina… A veces las cosas más increíbles no sólo pasan en las películas.
No sólo a las actrices les pasan cosas mágicas y tampoco es imposible sentirse como “princesa” por un momento en la vida. Aún con el frío, el robo de una cartera, un idioma distinto y muchos pisos arriba. ¡I SAID YES! en el último piso de la Torre Eiffel…aunque esa …es otra aventura que les contaré muy pronto.
Me siento muy feliz y como siempre, es algo que no podía dejar de compartirles.
Hola Stef! Tenía pendiente sentarme a leer tu post y creo que es de lo más bonito que he visto en tu blog, desde la narración hasta las fotos que me transportaron a una de mis ciudades favoritas en la vida (es un cliché, pero no me importa, porque de verdad me encanta París ❤️).
Como bien dices, París no se alcanza a recorrer en pocos días. Fui en Agosto por casi una semana y aún así siento que me quedaron mil cosas por ver, aunque lo aproveché bastante pero la ciudad tiene tantas cosas que podría quedarme a vivir ahí y siempre habría algo nuevo a lo cual prestarle mucha atención 🙂
Qué mala onda lo de la cartera, pero bueno en unos años se van a acordar y hasta se van a reír, con lo bien que se ve que lo pasaron ya eso quedará en un segundo plano y MUCHÍSIMAS FELICIDADES por tu próxima boda, qué bonito que te hayan pedido matrimonio en una de las ciudades más mágicas del mundo 😀
Espero sigas viajando por el mundo, no hay imposibles y yo también tengo por ahora esos trips que veo lejos (tipo Japón o Sudamérica) pero así como se nos ha hecho llegar a París, pues podremos seguir viajando 😀
Un abrazo desde Barcelona!
Gracias por leerme y por las felicitaciones Pablo!!
Así es, espero que pronto las ciudades que se no hacen lejanas estén más cerca como cuando decidimos viajar a París, cada viaje siempre empieza por verse lejano y cuando menos lo esperas ya estás montado en el avión.
También me ha dado curiosidad viajar a Asia, aunque debo admitir que me da un poco de miedo, seguro es una buena aventura que vale la pena vivir.
Te mando abrazo de regreso 🙂