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Regresé de casa de mi abuela y tomé el mejor café del mundo

Regresé de casa de mi abuela donde tomé el mejor café del mundo y estar de nuevo ahí me hizo darme cuenta que había crecido mucho en este tiempo.

Tenía muchos años sin visitarla y ya era justo ir a verla, recordar su casa y todas las cosas ricas que cocina (tienen que saber que comí como loca) así que si ven mis cachetitos más grandes en las fotos pues ya saben porque. Ya habrá tiempo para dietas y regresar al ejercicio.

Toda la aventura empezó el viernes pasado justo para el cumple de mi abue. Ella vive en un pueblo al norte de Veracruz que se llama Tantoyuca, forma parte de la huasteca veracruzana, es un lugar pequeñito pero tiene paisajes increíbles, comida deliciosa, huapangos y para mi el mejor café del mundo. Tomé un vuelo a Tampico y después un tramo por carretera que estuvo lleno de muchas pláticas porque mi primo Mario iba poniéndome al día con todo lo que pasó en esos años que no fui a visitarlos. No pude estar mucho mucho tiempo por trabajo pero los días que estuve los disfrute al máximo.

Mi parte favorita del día: obvio el desayuno y el café de olla de mi abuela que es el mejor,  junto con el pastel de cumpleaños gigante que mi tía le llevó por su cumple (de verdad estaba enorme). Aquí sí aplica la frase “eat cake for breakfast”  así que no podía pedir más. Ahora extraño las pláticas infinitas de la familia, las fotos y uno que otro chiste de mi abue, ¡estoy pensando regresar y no dejar pasar tanto tiempo esta vez!

Cerca del pueblo a 55 min esta Huejutla otro pueblo de la huasteca al que mi tía me llevó para continuar con la búsqueda de blusas bordadas para mi colección. Les puedo decir que ya tengo muchas, me emociona muchísimo, creo que seguiré comprando hasta llenar mi closet jajajaja, de verdad ¡me encantan! y en Huejutla enloquecí ya que la gente originaria de ese pueblo las borda a mano y pues los colores y los diseños son infinitos así que ya se imaginaran.

El frío estaba a todo lo que daba, por lo menos para mi que ya estoy acostumbrada a la temperatura tropical de Cancún, los 12 grados que me recibieron me estaban congelando los pies, pero nada que los calcetines y 3 colchitas en la noche no arreglaran.

También visité la casa de mi Tía que tiene un jardín enorme con muchos árboles frutales, comimos naranjas y guayabas recién cortadas y ahí mi corazón se lo robó el güero, su perrito, es tan pequeño y gracioso (come  frutas y verduras) que no podía verlo sin reírme, me recordaba mucho a los memes de facebook. En fin, fueron unos días increíbles, regresé recordando las cosas que ya había olvidado del lugar, con la nostalgia de los sabores, una mochila extra llena de artesanías y con la emoción de ver a mi abuela de nuevo.

 

De regreso a Tampico para tomar el avión a casa otro de mis primos Edier, nos llevó a la playa para conocer un poco y ¡Oh sorpresa! nos dijo que el lugar estaba lleno de mapaches, yo no le creí hasta que salieron todos: estaban hermosos, jamás los había visto tan de cerca.

Espero les gusten las fotos que tome durante el viaje, cuéntenme que les pareció en los comentarios.

P.D. La libreta feita que ven en la foto era mía, fue un regalo que hice para mi abue cuando tenía tres años cada vez la visito la saca para reírnos juntas de tan “creativo regalo”. También les dejo aquí un huapango que hace vibrar mi corazón.

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